Como es costumbre en él, sinceridad y lucidez en su discurso, a menudo hilarante, arrancando ese guiño de complicidad en el público, que rendido, viene a lo que viene: Escuchar a una de las voces más honestas en las letras españolas de los últimos veinte años. A su lado el Profesor Pozuelo Yvancos, otra de nuestras cabezas bien amuebladas...
Cosas de que a uno le consideren amigo y le llamen por su nombre. Gracias, Arturo, por tener, además siempre unas palabras de recuerdo para mi abuela Francisca Soto; no en vano, sabes que te sigue desde la Ley de la Calle, y a su edad, todavía se pega a la radio (su otra pasión, además de los fogones) suspirando cuando te oye. Se alegrará de que le lleve noticias tuyas este fin de semana. Nos vemos en otra, paso firme, mirada sincera.